Carnaval es la celebración por
excelencia en que tanto adultos como mayores disfrutan de los disfraces. Pero
este tipo de juguetes, los disfraces, son además beneficiosos para el
desarrollo y crecimiento de los más pequeños. Por ello la Fundación Crecer Jugando recomienda el juego con disfraces
durante todo el año.
Policía, bombero, enfermera,
princesa… Cada vez que un niño se disfraza está aprendiendo, de forma divertida
y sin darse cuenta, conocimientos, normas y comportamientos imprescindibles para
la vida adulta.
Aprender a ser…
“Hoy me disfrazo de papá, o de
mamá…” los niños quieren parecerse a sus ídolos y héroes y para ello no sólo
imitan una forma de vestir, sino que, enfundados en su disfraz, los pequeños
imitan comportamientos y expresiones que ven reflejados en su personaje de
forma habitual. De este modo, adquieren jugando y sin darse cuenta el
aprendizaje que el juego simbólico aporta a su crecimiento. Gracias al juego con disfraces se fomenta la interacción y cooperación con
otros niños que también representan personajes, introduciendo
en el juego normas sociales y fomentando la empatía.
Además, el disfraz comparte con
otros juguetes beneficios como el desarrollo de la imaginación, la
simbolización, el desarrollo del pensamiento abstracto, la socialización y la
atención. Por ello es imprescindible que los disfraces puedan ser disfrutados
por los niños a lo largo del año.
Estas habilidades se desarrollan
especialmente en niños a partir de los 3 años, cuando los pequeños desarrollan
su sociabilidad y revelan sus sentimientos durante el juego, y a partir de los
6 años cuando crean mundos imaginarios en sus juegos en los que el
disfraz es el mejor compañero de juegos y buen aliado para crear nuevas
aventuras.
FUENTE: Fundación crecer jugando