Barcelona
fue durante la segunda mitad del siglo XIX “la fábrica de España”,
convirtiéndose también en el principal centro productor de juguetes. Pere
Capellà Simó relata esta época crucial para el sector en La
ciutat de les joguines: Barcelona, 1840-1918 (Editorial Gregal), libro que acaba de ganar el premio Agustí
Duran i Sanpere de historia de Barcelona, otorgado por el ayuntamiento de la
ciudad.
¿Por qué es importante
conocer la historia del juguete?
Es importante de cara a la revalorización de un patrimonio olvidado Disponemos
de museos especializados y de importantes colecciones tanto públicas como
privadas. Este conjunto conforma un patrimonio que merece ser objeto de
catalogación y estudio, ya que forma parte importante de la cultura material
contemporánea.
Por otro lado, el juguete, a diferencia de otros objetos cotidianos, tiene la
singularidad de ser representativo. La mayoría de los juguetes representan
alguna cosa. Por eso son un documento visual muy importante no sólo para los
interesados en el tema, sino también para los historiadores en el arte y la
cultura en general. Los juguetes y sus imágenes dan testimonio del cambio en
los gustos en los estilos decorativos, el tránsito en las modas, la evolución
del transporte y de los electrodomésticos, etcétera.
¿Cuál es la
importancia de Barcelona en la historia del sector y, en concreto, durante el
periodo que narra el libro?
A finales del siglo XIX Barcelona se consolidó como una metrópoli europea.
Vivió con plenitud las últimas tendencias artísticas y literarias al mismo
tiempo que se consolidaba como un importante centro económico y veía el
nacimiento de movimientos sociales organizados. Se la conocía como “la fábrica
de España”, entre otros epítetos. Y, en efecto, fue la primera ciudad del
Estado que se especializó en la fabricación de juguetes, seguida de Madrid y de
los núcleos valencianos
¿Y cuál es la
importancia de este periodo para el sector?
Durante la segunda mitad del siglo XIX se forjó la noción de juguete que
tenemos hoy en día, la de un objeto fabricado para que jueguen los niños.
Anteriormente, un juguete era cualquier objeto que un niño escogía para jugar,
sin haber estado fabricado con este objetivo. Las ideas de Rousseau y de los
filósofos del siglo de las luces acerca de la infancia no cristalizaron en el
ámbito económico, industrial y legislativo hasta el siglo XIX. Por eso, hemos
de asumir que era impensable la existencia de una industria de objetos
destinados únicamente a los niños en épocas en las que la infancia no se
entendía como un grupo social específico. Por otro lado, es cierto que juguetes
arquetípicos como la muñeca, el caballo, el soldado o la peonza existían desde
antes. No obstante, hemos de asumir que antes del siglo XIX estos objetos
tenían necesariamente otras funciones además de entretener a la infancia, que
podían ser decorativas, religiosas...
¿Cuál es la relación
entre juguete y sociedad?
Podemos decir que a través de los juguetes cada sociedad se exhibe soblemente.
Por un lado, la diversidad de modelos da testimonio del lugar o la importancia
que cada sociedad reserva a la infancia. Por otro, los juguetes contienen las
imágenes que cada sociedad guarda de sí misma para mostrar a los niños. Es
decir, a través de los juguetes podemos adivinar cómo quiere presentarse cada
sociedad de cara al futuro. En el caso de finales del siglo XIX, encontramos
las máquinas de vapor y los tranvías eléctricos. En épocas posteriores, por
ejemplo, las naves espaciales. Aquí entrarían, lógicamente, aspectos como la
construcción de los géneros, a través de una separación drástica entre juguetes
para niños y para niñas”.
Leyendo el libro (y
viendo las imágenes), da la impresión de que antes se cuidaba más el juguete
como objeto. ¿Es así?
Sí; de hecho, podemos experimentar esta sensación al observar el conjunto de
las artes decorativas. Los objetos se fabricaban con una idea de perdurabilidad
que actualmente se recupera poco a poco, pero que se perdió durante muchos
años.
Asimismo, hay que tener presente que todo este proceso que permitió que el
juguete se consolidara como objeto cultural e industrial con entidad propia fue
ligado a la idea de convertirlo en un arte para niños. Pensadores como H.
Rigault, Baudelaire, L. Claretie o Pau Vila entendieron el juguete como una
iniciación del niño al arte y promovieron colaboraciones estrechas entre los
artistas y los fabricantes de juguetes.
¿Cómo han influido
en los juguetes la cultura de masas y los medios audiovisuales?
Más bien me atrevería a decir que la influencia se produce a la inversa - y la
orquestan los dibujantes de cuentos infantiles, que fueron en su mayoría
artistas que, ya antes de la guerra de 1914, diseñaron juguetes. Pero en ese
momento se comenzó a codificar un dibujo para los niños que ya no bebía de la
tradición naturalista, sino del dibujo satírico. Poco a poco la caricatura hizo
su entrada en la industria del juguete de la mano de los dibujantes de tiras
cómicas, al tiempo que también lo hacía en el ámbito del cine de animación. A
partir de los años 30, los fabricantes de juguetes ya no representan únicamente
la calle, sino también personajes cinematográficos como, por ejemplo, Mickey
Mouse. Y poco a poco, los soldados del ejército de cada país se
convirtieron en figuras del oeste o en superhéroes.
También es importante señalar que la publicidad televisiva jugó, en gran parte,
el papel que habían desempeñado los escaparates de comercios.
¿Qué aspectos del
juego y del juguete están vivos actualmente?
Observo que más allá de lo que anuncian los medios y las grandes superficies,
se da un resurgimiento de un artesanado importantísimo que hace juguetes de
gran valor, tanto pedagógico como estético. Los vemos cada vez más en las
ferias y a través de páginas web. Además, encontramos objetos que recuperan el
sentido preindustral del juguete, que puede gustar tanto a niños como a
adultos. Desde revistas como la vuestra, os animo a seguirles la pista y a
animarlos tal y como merecen.
FUENTE: KEY4COMMUNICATIONS