El
carnaval es, muy posiblemente, la fiesta pagana que más personas celebran y
disfrutan en todo el planeta. Son días de baile, disfraces y mucha diversión.
El hecho
de disfrazarse, pintarse la cara y festejarlo es un acto que se remonta a la
antigüedad y existen algunas evidencias de que el pueblo sumerio ya realizaba
este tipo de festejos hace 5.000 años.
Su origen en los rituales
paganos a Dionisio en Grecia, dios del vino y a su equivalente romano Baco,
conocidas éstas como las bacanales, donde todos compartían como iguales con los
esclavos, algo que solamente sucedía durante esta celebración, en los festines
que se realizaban en honor al buey Apis en Egipto; y saturnales romanas,
en honor al dios Saturno.
A
raíz de la expansión del cristianismo fue cuando más auge tomó y la fiesta
adquirió el nombre de carnaval, teniendo como motivo principal el hecho de
despedirse de comer carne y de llevar una vida licenciosa durante el tiempo de cuaresma.
Eran tres
días de celebración a lo grande, en lo que casi todo estaba permitido; de ahí
uno de los motivos de ir disfrazado, taparse el rostro y salvaguardar el
anonimato. Hoy en día, esta celebración se ha alargado una semana, comenzando
en la mayoría de lugares el Jueves Lardero.
Esta
despedida a la carne se realizaba los días previos al Miércoles
de ceniza, fecha en la que se daba comienzo a la cuaresma; un
periodo de cuarenta días (hasta el Domingo
de resurrección) que se destinaba a la abstinencia, recogimiento y el ayuno,
acompañado de oraciones, penitencia y espiritualidad religiosa.
La
etimología y origen de la palabra carnaval nos indica que proviene del término
italiano ‘carnevale’
y éste a su vez del latín ‘carnem levare’ cuyo significado es carnem (carne) y
levare (quitar): quitar la carne.
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